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Entrenamiento Espartano: Guerreros de Nacimiento.

Antes de analizar más en profundidad el entrenamiento espartano debemos conocer el entrenamiento o educación propio de Esparta respecto a sus jóvenes (Agogé), y así mismo conviene realizar un muy breve repaso histórico para hacernos una idea general de la situación de los habitantes de las cinco aldeas que formaban la polis espartana:

"La imagen de Esparta como un campamento militar austero apenas prepara al visitante para el soberbio espectáculo que se despliega ante sus ojos, cuando emerge de las tierras altas colindantes con Arcadia, en el norte, y baja por el valle del Eurotas a la llanura espartana. Delante se extienden dos cordilleras paralelas, la del Taigeto que alcanza los 2404 metros al oeste, y la del Parnon al este, con 1935 metros como máxima altura. La propia llanura aluvial, y su continuación al sur por el valle del Eurotas, que desemboca en el golfo Laconiano, constituye una de las tierras más fértiles y deseables de toda Grecia. El sol, el clima y el hombre colaboran para producir a veces dos cosechas de cereal al año. Ta mbién se cultivan aquí las aceitunas y las uvas, los dos ingredientes básicos de la dieta mediterránea, y por supuesto el bosque de cítricos, aunque son una importación posterior a la época clásica, lo que nos recuerda que el terreno y la vegetación no son los propios de hace tres milenios. "

Paul Cartlege, Los espartanos.

La sociedad espartana estaba formada por tres clases de personas: los espartiatas, los periecos ("los que viven fuera", que habitaban las zonas costeras en su mayoría) y los ilotas.

Los primeros eran la clase dominante, los que tenían los plenos derechos de ciudadanía -homoioi, los iguales-. Los periecos, que habitaban en los alrededores de Esparta, eran libres y tenían algunos derechos, pero no los políticos propiamente dichos. Los ilotas que eran prácticamente esclavos constituían el grupo más numeroso y eran fruto de la expansión espartana hacia Mesenia. Precisamente su amplio número permitió a los espartiatas dedicarse plenamente a los ejercicios militares. Estos ejercicios tenían como objetivo convertirlos en personas muy disciplinadas, sufridas y de alto valor como combatientes.

Eran entrenados desde la infancia en el noble arte del combate y realizaban un ejercicio físico diario muy intenso basado en desarrollar las habilidades básicas.

La cultura espartana no se reflejaba en grandes construcciones, sino en los valores personales: deber, disciplina, la nobleza de las armas en una causa por la que vale la pena morir, el sacrificio del individuo por el bien superior de la comunidad, el triunfo de la voluntad sobre obstáculos aparentemente insuperables y una moral del honor en la que eran educados desde niños, en la que vivían hasta el fin de sus días.

El desarrollo militar por lo que se caracterizaron consistía básicamente en maniobras coordinadas de infantería, siendo su principal arma el empuje frontal de una masa de guerreros dotados con armaduras pesadas y escudos (hoplon), denominados hoplitas por el escudo, todo un adelanto para la época, tanto su armamento y armaduras como por sus tácticas y preparación física y mental, siendo sus armas una lanza de 2 metros aproximadamente y una espada corta. Avasallaban al enemigo y lo sacaban del campo de batalla o lo aterrorizaban hasta obligarlo a la rendición y la huida.

Los espartanos también estaban cautivados por el espionaje y la recogida de "datos de inteligencia". Fueron pioneros de muchos métodos de comunicación secreta. Algo ciertamente siniestro es que los adolescentes más prometedores en el umbral de la edad adulta eran incorporados a una especie de policía secreta, conocida como Cripteia (una especie de "Brigada de operaciones especiales") cuyo principal objetivo era asesinar ilotas alborotadores seleccionados y sembrar el terror entre los demás.

Otro punto importante es el hecho de que les estaba permitido robar pero era imperdonable que fueran sorprendidos en el acto.

LA AGOGÉ:

A partir del siglo VI (hacia el 500 a.C.), la educación en Esparta cambia de naturaleza. Se convertirá en la Agogé: un sistema educativo profundamente original en su época por sus características, ya que es:

- Obligatorio: constituye un requisito indispensable para la plena ciudadanía. Para Jenofonte, aquellos que no han pasado por la agogé son ciudadanos de categoría inferior que no pueden acceder a las magistraturas ni a los cuerpos de élite o, según Plutarco, son directamente privados de sus derechos ciudadanos.

- Colectivo: frente a la educación personalizada con un preceptor esclavo, al estilo de otras ciudades griegas, la agogé se estructura en etapas para grupos de niños de edad similar.

- Organizado por el Estado: es el propio gobierno de la ciudad el que gestiona la educación pública como una de sus principales misiones, lo que merecerá la alabanza de Platón y Aristóteles Además de contar con magistrados especializados, los éforos llevan a cabo personalmente una supervisión diaria.

El adiestramiento comenzaba a los siete años, se les apartaba de sus familias y comenzaban a vivir en barracones de estilo militar con compañeros de su misma edad, sometidos a un entrenamiento que busca convertirlos en guerreros perfectos, preocupados sólo por el bien del Estado.

Bajo la dirección de un paidónomo, se acostumbraban a soportar las más duras pruebas y penurias, incluyendo un rito de iniciación que suponía una temporada de vida salvaje (esta prueba recibía el nombre de criptia o escondite: el joven vivía solo y oculto en el campo y en la montaña, como un licántropo) lejos de la ciudad, así como pruebas físicas continuas, una alimentación precaria y ritos religiosos que ponían a prueba su capacidad para soportar el dolor.

Desde el nacimiento hasta los siete años:

Esparta implantó una estricta eugenesia destinada a lograr niños sanos y fuertes. De acuerdo con Plutarco (Vida de Licurgo) nada más al nacer, el niño era examinado por una comisión de ancianos en la Lesjé (“Pórtico”, “Soportales”), para determinar si era hermoso y de constitución robusta. En caso contrario se le llevaba a una zona barrancosa al pie del Taigeto, donde se le arrojaba o abandonaba en una cima.

Se buscaba eliminar así toda boca improductiva. Si el niño (o la niña) superaba la prueba, era confiado a su familia para que lo criase.

Durante su estancia en el ámbito familiar no se mimaba al niño. Se instruía especialmente a las nodrizas para que lo criaran sin pañales que constriñesen su crecimiento o debilitaran su resistencia al frío y al calor. Al niño pequeño se le prohibía toda clase de melindres, caprichos o rabietas, y debía acostumbrarse a estar solo y a no temer a la oscuridad.

Desde los siete hasta los veinte años:

Al cumplir los siete años, los niños espartanos abandonaban su casa y quedaban bajo la autoridad de un paidónomo, magistrado especializado que supervisaba la educación. Se integraban en una agelé, especie de unidad militar infantil, bajo el mando de un muchacho mayor, el irén (de diecinueve años cumplidos). Aprendían entonces a leer y a escribir, así como a cantar (principalmente las elegías de Tirteo, que servían como cantos de marcha). Pero lo esencial de su formación consistía en endurecerlos físicamente por medio de la lucha y el atletismo, y en aprender el manejo de las armas, a marchar en formación y, por encima de todo, a obedecer ciegamente a sus superiores y buscar siempre el bien de la ciudad.

El Estado asume la tutela hasta los veinte años. Durante la infancia, todo el énfasis se pone en el rigor y la disciplina. Estos dos principios son la quinta esencia de lo espartano. A los niños se les corta el pelo al rape (más tarde, cuando sean efebos, lo llevarán largo y bien cuidado), van habitualmente descalzos y hacia los doce años sólo se les permite ya un himatión (manto de lana de una pieza) al año y ningún quitón (la habitual túnica corta, atada sobre los hombros).

De hecho, la mayor parte del tiempo van desnudos y mugrientos, porque raramente se les permite bañarse. Las raciones de comida se reducen al mínimo imprescindible, lo que les obliga a robar si quieren evitar el hambre o así se lo manda su irén (y, de ser sorprendidos, se les castiga severamente no por el robo mismo, sino por su torpeza al cometerlo).

Duermen en un lecho de cañas recogidas en el Eurotas, que deben cortar a mano ellos mismos, sin herramientas de ninguna clase.

Realizaban ejercicio físico durante casi todo el día, realizando marchas y caminatas por las montañas (trabajando la resistencia, velocidad, etc.), escalando y haciendo desplazamientos en cuadrupedia, equilibrio y saltos (mejorando la agilidad, percepción, decisión, etc.) así como transporte de peso y lucha libre.

Al convertirse en efebos (sobre los dieciséis años) se dejaban el cabello largo propio de los soldados, en honor de la opinión atribuida a Licurgo, para quien la melena hacía a los guapos más apuestos y a los feos más temibles.

La esmerada atención que en Atenas y otras ciudades griegas se prodigaba a la educación retórica, en Esparta estaba orientada a formar en la máxima economía expresiva, hasta el punto de hacer proverbial la concisión espartana al hablar (laconismo). Se esperaba del joven que llegara a expresar sus ideas con solidez, pero de forma breve y mordaz, al tiempo que con gracia.

Durante la adolescencia, se pone especial énfasis en el aidós ("pudor", "decencia"). En la primera edad adulta se insistirá de modo particular en la emulación, la competencia (peleas, carreras de velocidad y de resistencia a través de la montaña, sin olvidar que iban con los pies descalzos) y la disciplina. A partir de los veinte años, los jóvenes espartanos siguen viviendo en un régimen de cuartel y formaban los “grupos de mesa”, fomentando así el compañerismo.

Toda la ciudad vela por la disciplina de los jóvenes. Cualquier ciudadano o compañero de más edad puede reñir a los niños o sancionarlos con castigos físicos: hacerles pasar hambre, morderles el pulgar, azotarlos, etc.

Para entrenar el físico, siendo los castigos y prácticas comentadas con anterioridad lo más común, también era frecuente apalearlos. El lugar de apaleamiento se encontraba ubicado en un pequeño y agradable bosque apartado donde podía acceder a él cualquier ciudadano de Esparta. Aunque lo que se hacía en él no tenía nada de agradable. Lo primero que se hacía era escoger un árbol vigoroso y robusto, al cual se le enganchaba una cadena -en el tronco- y a ésta un palo. Lo que hacía el muchacho era agarrar este palo mientras otros dos de sus compañeros lo apaleaban. Esta acción se llevaba a cabo con varas de bambú, puesto que dolía, picaba y desgarraba la piel. Por si el muchacho se caía de agotamiento o de dolor había otros dos compañeros que se encargaban de levantarlo para que pudiesen seguir apaleándolo.

La finalidad de este ejercicio era, para el que apaleaban, aprender a aguantar y soportar el dolor. Para los que golpeaban, era no detenerse ni vacilar en el ataque aún cuando se sentía el terrible dolor que estaba sufriendo el enemigo. Y en tercer y último lugar, los que sujetaban, la finalidad era que aunque viesen sufrir o incluso morir a sus compañeros en combate no vacilasen y continuasen con la misión que les había sido encomendada por sus superiores.

Esta práctica se hacía de forma aleatoria entre los componentes del campamento, aunque también era el castigo que recibían los muchachos a los cuales se les sorprendía robando.

Cuando el que estaba recibiendo el castigo tenía el cuerpo demacrado se le retiraba, pero a no ser que se encontrase muy herido no se le curaban las heridas. Había casos de jóvenes tan arrogantes que por no sucumbir al dolor y por no caer a los pies de sus compañeros preferían morir. Sus cuatro compañeros -los que apaleaban y los que sujetaban- no podían interrumpir la ceremonia, tan sólo podían aconsejar a su compañero que se soltase. Pero si este decidía no hacerlo se proseguía con la ceremonia hasta arrebatarle la vida.

En definitiva, el niño tenía que superar sus miedos y realizar constantes retos a través del endurecimiento mental y físico.

Todo este entrenamiento hace de los espartanos los soldados más temidos de toda Grecia y figuran entre los mejores combatientes de la Antigüedad.

LAS 13 REGLAS:

1) El ácido láctico es el mejor amigo del espartano. El espartano sabe el valor del fallo anaeróbico, y lo busca constantemente. Si el espartano cae de bruces, espera lo justo y necesario para volver a moverse otra vez.

2) Los espartanos no toman descansos entre ejercicios, o toman el tiempo mínimo, a menos que sea para hacer un ejercicio no espartano.

3) Los espartanos no utilizan el step, ni la bicicleta estática, ni la de remo o elípticas…El espartano esprinta o corre.

4) Cuando el espartano no puede correr, el salta avanzando, si no puede saltar, él camina. Cuando él no puede caminar, él se arrastra. Cuando él no puede arrastrarse, él ha fallado.

5) Los espartanos se centran en los músculos grandes y solo les ataca a ellos, como la espalda, los pectorales y los cuádriceps. Él sabe que esto significa que él está formando una construcción funcional de musculo que le asistirá a la total destrucción de sus enemigos y a la segregación de testosterona (de la cual el espartano tiene más que el hombre medio)

6) Por el contrario, el espartano no pierde mucho tiempo en los músculos pequeños. Crecerán como resultado del ejercicio funcional que produce el entrenamiento de los músculos grandes, antes mencionado. Por ejemplo, el bíceps se entrena con dominadas. Todo lo demás es vanidad.

7) El espartano aborrece los cables y las máquinas. Esto es por dos razones. Primero, activar los músculos estabilizadores, el espartano depende de sí mismo para mover el peso, no de una máquina. En segundo lugar - mirar el adjetivo “espartano” en el diccionario: “severo, firme y austero.”

8)El espartano solo tiene miedo a una cosa: su entrenamiento. El enemigo palidece en comparación con su entrenamiento. Si él no teme su entrenamiento, significa que aun no es suficiente.

9) Rendirse o parar, nunca. Si él no se levanta en su entreno, el no se levantara en la batalla. Esto es inaceptable.

10) La naturaleza aborrece una falta, así que el espartano detesta faltar a su entrenamiento. Un espartano termina un entrenamiento en el sótano de su abuela, un cuarto de hotel, o en un parque de la ciudad.

11) Si el espartano no siente dolor durante su entrenamiento, el lo está haciendo incorrectamente.

12) El espartano no hace trampas, ni se engaña a sí mismo. Él mantiene la técnica apropiada y da todo lo que puede en su entreno, porque él sabe que el camino llano y rápido no existe.

13) El espartano sabe el valor de los básicos: los fondos, las dominadas, las sentadillas, el peso muerto, etc. Él también sabe la importancia de la variedad, y busca diversas técnicas de los anteriores.

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